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Lunes 25 de Abril

La película “Luna de Avellaneda”, nos introduce a un debate aún no resuelto, donde a través de dos personajes antagónicos, como los que encarnan los actores Daniel Fanego y Ricardo Darín, se escuchan dos argumentos, el pragmático, con la frase contundente que no recibe ningún argumento que pueda rebatirlo: “ 200 puestos de trabajo” ante la posibilidad de vender un club que esta en bancarrota tiene una gran deuda imposible de pagar y además es parte de un barrio donde yacen desmanteladas las fabricas, sin ruido, en silencio.

Pero también hay una advertencia en esa ficción , cuando Darín, menciona ;“Cada vez tenemos menos, cada vez queremos menos”, donde pone de manifiesto la necesidad de respetar la historia y la lucha contra la modernidad de esa comunidad en el tiempo.

Claro, esta que en esa escena de la asamblea del club, también se habla de la dignidad, remarcando que” la dignidad se recupera con trabajo”.

Inmediatamente, la imagen proyectada se mezcla con la realidad. Así como también lo había hecho en épocas del cine en blanco y negro, el vagabundo de Charles Chaplin en “Tiempos Modernos”.

Esa película comienza con una escena que es una comparación de un rebaño de ovejas con la gran masa de gente camino a la fábrica, los obreros, los proletariados.

El personaje principal esta con trabajo en una momento en que la tasa de desempleo era de un 25% y el que podía tener un cierto empleo era en condiciones aberrantes y desigual, producto de la revolución industrial.

El vagabundo, representa a un obrero que da un giro a las tuercas, siendo evidente ejemplo de un sistema de producción en cadena, donde las maquinas remplazan a los humanos.

Evidentemente, los personajes de Tiempos Modernos, muestran un ejemplo de trabajo, que muy lejos esta de llamarse digno, pero pese a la adversidad el personaje que parece ingenuo que encarna Chaplin, nos dice que nunca hay que decir nunca, no darse por vencido.
Pero volvamos por un momento a las fábricas vacías de “Luna de Avellaneda” y preguntemos que sucede con la educación técnica de la Argentina Industrial.

En el 2005, se aprobó las Ley de Educación Técnico profesional o Ley Nª 26.058, sosteniendo que había que recuperar ese proceso industrial de la decada del 50 en nuestro país y que fue destruida por el neoliberalismo.

La lógica que se mantiene en estos días es la de mercado, salen técnicos según las demandas del capital, que brinda al Estado las herramientas tecnológicas para formar al obrero, pero no modifica su enajenación.

Además, hay que sumarles a los futuros técnicos, las precarias condiciones edilicias donde desarrollan su formación.

Lo que es real, los egresados tienen dificultades para insertarse al mundo laboral y siguen sufriendo las condiciones de estudio, donde hay equipamiento que no se renueva desde hace décadas y sufren la carencia de recursos básicos para desarrollar su tarea.

Podríamos mencionar a Gramsi que menciona que toda práctica de educación es una práctica política. Una relación hegemónica a partir de la cual, los que participan de ella, se apropian de un contenido que previamente no tenían, un proyecto educativo que un sector quiere llevar adelante en el proceso de subordinación.

Y nos serviría para entender el proceso de recuperación de esa Argentina industrial.
Claro que en este escenario, donde la educación técnica es vista como una mercancía del mercado, hay experiencias que crecen desde el pie, como las fabricas recuperadas, las fabricas sin patrón, donde llevan a la practica la ruptura de esa educación bancaria, que genera sujetos pacientes, receptivos, oyentes, sujetos que son meramente recipientes vacíos, para generar una conciencia transformadora, sujetos críticos, activos.

Los ejemplos de gestión obrera se mantienen en el tiempo a través de la lucha , es decir con apoyo de la comunidad, logran llevar adelante una experiencia que es producto de años de calle, marcha, producción, voluntad y razón.

Pero pese a estas iniciativas colectivas, hay una realidad que es más que una película, que son las malas condiciones de trabajo y en donde el obrero es visto como una mercancía más del capitalista. Esa lógica sigue en vigencia en este sistema neodesarrollista que lleva adelante la gestión de Cristina Fernández de Kirchner.

Ante un inmodificable modelo, los que buscan dignidad, más allá de la lógica pragmática que escupe Fanego en esa película que relata la historia de un club , “El barrio quiere dignidad y el trabajo dignifica”, muchos se atreven a caminar pa adelante, en sintonía de Chaplin en Tiempos Modernos pese a la adversidad.

Claro esta que la realidad muy lejos esta del mundo del cine, aunque a veces pareciera ser una ficción proyectada.






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